Si todas las mañanas
te levantarás con una sonrisa en la cara,
y vieras en cada amanecer un nacimiento;
en cada estrella, una esperanza;en cada persona, un mundo;
en cada árbol, la vida;
en cada flor, la belleza;
en cada animal, un amigo;
en cada ave, una voz;
en cada sonrisa, una experiencia;
en cada enojo, una reconciliación;
en cada amigo, a un hermano.
Y te atrevieras a explorarlas,
encontrarías la felicidad
hasta en los más simples detalles. . . y. . .
¡APRENDERÍAS A MIRAR CON LOS OJOS DEL ALMA!
Sería un bonito ejemplo de hermandad. Humanidad. Y humildad.
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