Un hombre murió. Al darse cuenta vio que se acercaba Dios y que llevaba una maleta consigo. Y Dios le dijo:
-Hijo es hora de irnos. El hombre asombrado preguntó:
-¿Ya? ¿Tan pronto? Tenía muchos planes....
-Lo siento pero es el momento de tu partida.
-¿Que traes en la maleta?
-preguntó el hombre-. Y Dios le respondió:
-Tus pertenencias...
-¿Mis pertenencias? ¿Traes mis cosas, mi ropa, mi dinero? Dios le respondió:
-Eso nunca te perteneció, eran de la tierra. -¿Traes mis recuerdos?
-Esos nunca te pertenecieron, eran del tiempo.
-¿Traes mis talentos? -Esos no te pertenecieron, eran de las circunstancias.
-¿Traes a mis amigos, a mis familiares? -Lo siento, ellos nunca te pertenecieron, eran del camino.
-¿Traes a mi mujer y a mis hijos?
-Ellos nunca te pertenecieron, eran de tu corazón.
-¿Traes mi cuerpo?
-Nunca te perteneció, ese era del polvo.
-Entonces, ¿traes mi alma?
-No. Esa es mía. Entonces el hombre lleno de miedo, le arrebató a Dios la maleta y al abrirla se dio cuenta que estaba vacía. Con una lágrima de desamparo brotando de sus ojos, el hombre dijo:
-¿Nunca tuve nada?
-Así es, cada uno de los momentos que viviste fueron sólo tuyos. La vida es sólo un momento. Un momento sólo tuyo. Por eso, mientras estés a tiempo disfrútalo en su totalidad. Que nada de lo que crees que te pertenece te detenga. Vive el ahora, vive tu vida y no te olvides de ser feliz, es lo único que realmente vale la pena. Las cosas materiales y todo lo demás por lo que luchaste, se quedan aquí. Valora a quienes te valoran, no pierdas el tiempo con alguien que no tiene tiempo para ti.
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