lunes, 9 de febrero de 2015

EL DÍA QUE ME VOLVÍ INVISIBLE...

En casa no hay calendarios y en mi memoria los recuerdos  están hechos una maraña.
Me acuerdo de aquellos calendarios grandes, unas chuladas, ilustrados con imágenes de los santos y de bellos paisajes que colgábamos al lado del tocador. Ya no hay nada de eso. Todas las cosas antiguas han ido desapareciendo. Y yo también me fui borrando sin que nadie se diera cuenta.

Primero me cambiaron de habitación, pues la familia creció.
Después me pasaron a otra más pequeña para acompañar  a mis biznietas. Ahora ocupo el desván, el que está en el patio de atrás.

Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvido y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos. Desde hace mucho tiempo tenía intención de escribir, pero me pasaba semanas buscando un lápiz. Y cuando al fin lo encontraba, yo misma volvía a olvidar donde lo había puesto. A mis años las cosas se pierden fácilmente.

La  otra tarde caí en cuenta que mi voz también ha desparecido.
Cuando les hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan o solo a veces…
Todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos, escuchando atenta lo que dicen.
A veces intervengo en la conversación, segura de que lo que voy a decirles no se le ha ocurrido a ninguno y de que les va a servir de mucho mis consejos. Pero no me oyen, no me miran, no me responden. Entonces llena de tristeza me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar mi taza de café. Lo hago asi, de pronto, para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta que me han ofendido y vengan a buscarme y me pidan perdón… Pero nadie viene.

El otro día les dije que cuando me muera entonces si me iban a extrañar.
Mi nieto mas pequeño dijo
-¿Estas viva abuela?
Les cayó tan en gracia, que no paraban de reír.
Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entro uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenos días me dio.
Fue entonces cuando me convencí de que soy invisible, me paro en medio de la sala para ver si aunque sea estorbo, me miran, pero mi hija sigue barriendo sin tocarme, los niños corren a mi alrededor, de uno a otro lado, sin tropezare conmigo.

Cuando mi yerno se enfermo, pensé tener la oportunidad de serle útil, le lleve un te especial que yo misma prepare. Se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara, solo que estaba viendo televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia.
El te poco a poco se fue enfriando y mi corazón con el.

Un día se alborotaron los niños  y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos de día de campo. Me puse muy contenta. ¡Hacia tanto tiempo que no salía y menos al campo!
El sábado fui la primera en levantarme. Quise arreglar las cosas con calma.
Los viejos nos tardamos mocho en hacer cualquier cosa, así que me tome mi tiempo para no retrasarlos. Al rato entraban y salían de la casa corriendo y echaban las bolsas y juguetes al carro.
Yo ya estaba lista y muy alegre, me pare en el zaguán a esperarlos.
Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en bullicio, comprendí que yo no estaba invitada, tal vez porque no cabía en el auto o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque.
Sentí clarito como mi corazón se encogía,  la barbilla me temblaba  como cuando uno se aguanta las ganas de llorar.

Yo los entiendo, ellos si hacen cosas importantes. Ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan, se besan… Y yo, ya no se a que saben los besos!!
Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos en mis brazos,
como si fueran míos. Sentía su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí.
La vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar. Pero un día mi nieta Laura, que acababa de tener un bebe dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños, por cuestiones de salud. Desde entonces ya no me acerque más a ellos, no fuera que les pasara algo malo por mis imprudencias.
¡ Tengo tanto miedo de contagiarlos ¡

Yo los bendigo a todos y les perdono…

Porque ¿Que culpa tiene los pobres de que yo me haya vuelto invisible?


Esta es una triste realidad que viven nuestros ancianos 

día a día en muchos de los casos  son abandonados a su suerte ,no nos olvidemos que ellos dieron todo por nosotros..Y con muchísima suerte nosotros podemos llegar a esa edad ,y es ley de vida Todo cosecharemos lo que que en esta vida sembramos ♥

Autor Mariano Osorio





12 comentarios:

  1. E llorado mucho,mi papá tiene cien años...y algunas veces lo he dejado de lado.por andar corriendo todo el día,con mis quehaceres.. Perdón PAPÁ

    ResponderEliminar
  2. Los ancianos son sinónimo de sabiduría, amor,respeto y son árboles con sabia de enseñanzas.🥂 por ellos!!!

    ResponderEliminar
  3. Hola si es sierto muchas personas los hacen a un lado a los pobres padres es un muy buen mensaje de reflexión

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que triste realidad,,,que no se nos olvide que ellos dieron la vida por nosotros..y lo que siembras cosechas..no seamos injustos

      Eliminar
  4. ¡Cuánto daría yo por poder sentarme una vez más con mis padres para que me cuenten sus historias y tantas preguntas que que no tuve tiempo de hacer...ver sus manos arrugadas y sus palabras siempre sabias ❤

    ResponderEliminar
  5. Sin palabras hermosa reflexión algunos hijos somos ingratos con nuestros padres

    ResponderEliminar
  6. Muy cierto yo cuide a mi mamá hasta sus94años y la extraño a orrores ,me contaba historias de su vida y que plasme en un cuadernillo que guardo con siete llaves ,nuestros padres nos dieron el ser y lo agradezco por siempre

    ResponderEliminar
  7. Ser viejo significa haber sido joven alguna vez, Solo que la vejez viene acompañada de soledad y aislamiento, si ña fasmilia no descubre que es el momento de acompañar y de agradecer

    ResponderEliminar
  8. La vida pasa y nos enseña muchas cosas pero no al tiempo que uno tiene para entenderlas,a veces las entiende demasiado tarde.

    ResponderEliminar
  9. Lo mejor de todo es no sentirse viejo, ni estorbo de nadie, mucho menos el mueble de casa. As ejercicio, sale, no pidas permiso sino solo a Dios. Y la vida es muy agradable. Viva la vida y viva la edad de los adultos mayores.

    ResponderEliminar
  10. Yo nunca abandone amis papitos mi papito 36 años se fue al cielo mi madre estuve con ella yo estaba lejos de ella .pero cada año hacia mi tiempo de 3 a 4 meses le di todo mi tiempo repetía las mismas palabras siempre nos reímos pero ella le decía mis hermanas no quiero a nadie aquí si siempre estoy sola déjeme con mi hija este espacio es solo para mi niña 😭😭😭😭😭😭hay mi madre disfrutamos mucho alos 3 meses que fui me dan la mala noticia quería morirme Hoy estoy totalmente sola ni mis hijos ni mis nietos nadie se acuerda de mí muy triste me gustó esta reflexión

    ResponderEliminar
  11. 😞😞😭😭😭😭😭q triztesa tan grande y muy bonita reflexión...

    ResponderEliminar